La astronauta en la reserva Sara García Alonso, primera mujer española seleccionada por la Agencia Espacial Europea (ESA), realizó este sábado, junto a sus compañeros, un entrenamiento de supervivencia en aguas abiertas en Rostock, al norte de Alemania. La actividad, que tuvo lugar bajo un sol radiante a una temperatura de 27 grados, puso a prueba la capacidad de trabajo en equipo de los participantes.
“Yo creo que para ser un grupo tan numeroso —éramos nueve personas al final— y ser la primera vez que lo hacemos todos juntos, ni tan mal”, comentó García satisfecha en declaraciones a EFE poco después de regresar del entrenamiento, que tuvo una duración de aproximadamente tres horas.
Uno de los objetivos de este tipo de capacitación es, más allá de aprender habilidades básicas para actuar adecuadamente en situaciones de emergencia en aguas abiertas, “crear ese vínculo, ese trabajo en equipo”. “Cómo nos vamos conectando unos a otros también es muy importante”, subrayó García, originaria de León y nacida en 1989.
Entrenar para sobrevivir
Durante la primera parte del entrenamiento, los astronautas practicaron la técnica de descenso en rápel con una cuerda de seguridad, en una simulación de evacuación de una plataforma en el mar, donde se podría haber declarado un incendio.
La segunda parte consistió en montar una lancha de rescate, asignar roles dentro de la lancha y practicar cómo moverse si alguien o uno mismo cae al agua con trajes de seguridad, además de cómo señalizar para movilizar al grupo de manera coordinada.
“Estoy bien, ¿eh? Estoy bien. No ha sido tan intenso. Ha sido muy interesante, porque hemos aprendido maniobras que yo desconocía, como proceder en caso de que necesites montar una lancha de rescate, hacer señales de humo para que te rescate un helicóptero, o rescatar a un compañero que se ha caído al agua, de modo que es bastante instructivo e interesante”, resumió la experiencia.
Segunda fase del programa de entrenamiento
García reconoció que los trajes “no son lo más cómodos del mundo”, pero “te mantienen más o menos seco, más o menos caliente y vivo, que es lo más importante de todo esto”. Explicó que la razón de realizar este tipo de entrenamientos es porque, al regresar de una misión espacial y realizar la reentrada en la Tierra, la cápsula puede aterrizar o amerizar en cualquier parte, y es vital ser capaz de sobrevivir hasta que los equipos de rescate lleguen.
Las actividades en el puerto de Rostock, en las instalaciones de la Industrial Safety Company (ISC) en el Unterwarnow, forman parte de la segunda fase del programa de entrenamiento, que comenzó con prácticas de vuelos parabólicos en Burdeos, “una experiencia única” y “muy útil” para familiarizarse con la microgravedad, el entorno en el que operarán en una misión espacial.

Compaginar trabajo y entrenamiento
Los doce astronautas en la reserva, entre los que se encuentra García, mantienen sus trabajos actuales. A diferencia de los cinco astronautas de carrera, que recibieron formación básica durante un año completo, a los astronautas en la reserva se les imparte la capacitación de manera fragmentada en tres bloques de aproximadamente siete semanas, lo que les permite compatibilizar su vida profesional. El primer bloque tuvo lugar entre octubre y diciembre del año pasado, el segundo concluirá a finales de octubre y el último será el próximo año, tras lo cual habrán completado gran parte de la formación básica.
Esta formación otorga a la reserva de astronautas las habilidades necesarias para apoyar futuras exploraciones espaciales y la investigación científica de Europa, según la ESA. El entrenamiento incluye habilidades técnicas y operativas básicas, sistemas de naves espaciales, ejercicios de supervivencia en condiciones de agua e invierno, y entrenamiento inicial de caminata espacial.
García, licenciada en Biotecnología y máster en Investigación Biomédica y Biológica por la Universidad de León, así como doctora en Biología Molecular del Cáncer e Investigación Traslacional por la Universidad de Salamanca, fue seleccionada en 2022 junto a once compañeros de un total de 22.500 candidatos, de los que también surgieron los cinco nuevos astronautas de la ESA, incluidos Pablo Álvarez, quien se graduó en abril del año pasado después de completar su formación básica de un año.